viernes, 16 de mayo de 2008

El deseo de la Risa













El deseo de la risa


Si me hubieran dado a elegir, seguramente no hubiese dudado, habría afirmado con énfasis—
¡Elijo vivir ¡Pero todo pasó de repente! , de un mes para el otro, de un día para el otro.
No se como hago para agazapar las palabras que se agolpan, que se golpean, que me sacuden, que me dan vida nuevamente.
Porque he guardado mis ojos, en una esquina cualquiera en espera de mi madre, en espera de la sonrisa de aquél payaso, de aquel día cualquiera de un mes de noviembre.
Me cuesta hablar, parece que hubiera perdido los recuerdos del mañana o será que los habré dejado olvidados como al descuido en algún cuaderno donde empezaba a garabatear mis primeras letras, esas que callaron de repente y quedaron unas pocas sílabas jugueteando en algún rincón de mi cuarto; y por que deseo esquivar los recuerdos; me veo en aquel portarretrato con epitafio.
Tan breve ha sido mi tiempo y fugaz, que parezco haberme convertido en
“invisible”, quieto, mudo o muerto…
Hoy, una mujer duerme abrazada a una foto estática, junto a un oso de peluche que parece tener una mueca de conformidad y cree gozar de doble identidad-

Era de mañana, cuando apareció en aquel Hospital, donde tenía por costumbre llevar en su bolso el disfraz de payaso de innumerables colores, nariz y peluca, donde al salir de una sala porque le habían efectuado una electro miografía con mil agujas punzantes-- era toda una mueca de dolor-
Mi madre sollozaba en algún rincón del nosocomio, el colorido tony impresionado, le preguntó la causa, y mi madre le explicó que a su hijo solo le quedaban no más de veinticuatro horas de vida. Enmascarado de alegría, se acercó a mi lecho, e intentó hacerme reír y yo le contesté:.—“ Tú te ríes, pero también estás triste” , se quedó callado sabiendo que mi mirada recorrió su alma hasta el día de hoy.
Nariz colorada inventor de compañías, solo fue un simple parpadeo en mi corta vida.
Soy un susurro y estoy en un lugar que existe, soy un silencio amurallado-aunque nadie me lo crea—

Soy un invisible ¿Dónde quedaron mis huesos? Existo en la ciudad blanca de los sentimientos, donde no hay esquinas, ni huesos, es un lugar sin muros, donde las cosas se mueven sin que nadie las toque, un lugar parecido a los pocos días en que viví, pero gigante e invisible.

Dicen que morí de leucemia a los 6 años, pero es probable que haya sido de tristeza --quien sabe--, pero con la última satisfacción cumplida: la de llevarme la mirada de mi Madre y la del Payaso, donde ellos tomaron mis manos o yo tomé las suyas…




Mercedes Estela Brito
Sarmiento ( Chubut)
”In memorian de Ignacio.”Nacho ,”
Publicado en Antología 2007. Alta Gracia- Córdoba

Un agradecimiento enorme a mi amiga Consuelo Ruiz de Madrid

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